CHUPETINES & GLOBOS // LOLLIPOPS & BALLOONS // LECCA LECCA & PALLONCINI
La India dejó una profunda y luminosa marca en nuestras almas. Hubo un antes y un después, más o menos consciente, en el espíritu de la familia. No tiene una explicación, es una sensación.
Entre tantas vivencias profundas a lo largo del recorrido por este místico lugar del mundo, surgió la necesidad de llevar algo con nosotros, con el simple objetivo de compartir. Lo aprendimos, justamente, compartiendo todo nuestro pequeño cargamento comestible traído desde casa como sustento para nuestros niños, con los demás niños, esos que se acercaban donde quiera que nos detuviéramos. En nuestro deambular por los caminos, atraídos por ese “imán de pureza” que existe en esa etapa de la vida, me refiero a “niños con niños”…
En los viajes siguientes ese pequeño extra ya sería parte del equipaje. Desde Camboya en adelante partieron con nosotros los Chupetines y en África se sumaron los globos. Tomaría desde allí, forma de “proyecto complementario”, en el marco de esta devenida misión de acercar culturas y de dejar algo a nuestro paso.
Desde ese entonces no faltan en ningún viaje y con el transcurso de las sucesivas travesías esos chupetines y globos fueron mayormente aportados por personas e incluso empresas que se sumaban generosa y desinteresadamente a acompañarnos en esta parte de la aventura.
No se confundan. No es caridad, no es beneficencia, ni humanitarismo. Es simplemente un pequeño “mimo”, una caricia, un nexo, una razón para compartir aunque sea unos minutos de ese momento en que los caminos cruzaron nuestras vidas.
Pasó a ser una parte importante de nuestro sentido, los viajes ya no eran solo viajes.
Algo curioso es que no quedó solo en los niños, se sumaron los ancianos, los trabajadores, las personas comunes. Todos a los que este insignificante gesto pudiera generar una caricia al corazón y sacarles una sonrisa.
Para los chupetines y globos, no importan los idiomas, credos, costumbres, ni las demás posibles diferencias. Es un gesto simple que no necesita traducción, ni explicación previa. Es sorprender, regalar un instante distinto a quien fuera que uno encuentre en el camino. Esto puede ocurrir a 20 mil kilómetros, a la vuelta de la esquina o en la puerta de nuestra casa. Está vigente todo el tiempo, no solo en lo viajes.
No necesita de ceremonias ni protocolos, es tan simple como extender el brazo con un colorido chupetín en la mano, mirar a los ojos y esbozar una sonrisa… no es más que eso.
NO SE NECESITA UNA RAZÓN ESPECIAL PARA COMPARTIR Y GENERAR ALEGRÍA.